El problema es lo que juzga la sociedad, no la decisión en sí. Si las personas transexuales entran en depresión en algún punto de sus vidas, o si los niños que no se identifican con su sexo se sienten incómodos en algún momento, es por lo que dicen sus pares. "Eres maricón", "juegas con juguetes de niña", y más adelante, "esa carrera es para mujeres", "anda a trabajar, quedarse cuidando la casa es para mujeres", etc. Si no existieran estos juicios, explícitos o implícitos (como por ejemplo, cuando nadie se los dice directamente pero lo empiezan a inferir a partir de programas de televisión, películas, libros, etc) no existiría la depresión producida por una decisión así en primer lugar, porque un niño que quiere comportarse como niña no desarrolla una depresión a partir de este hecho. Él está actuando como se siente más cómodo, es feliz haciéndolo. El problema empieza cunado el compañerito de clase le dice que es maricón. Si viviéramos en una sociedad que no tuviera estas construcciones sociales sobre los roles de género estrictamente binarios taladradas en el cerebro, que son, dicho sea de paso, herencias de la tradición judeocristiana, este tipo de noticias ni siquiera serían un problema.

Pero como no vivimos en tal sociedad, digo que encierren a los padres por degenerados, que obliguen al niño a jugar con Matchbox y que siga siendo hombre, porque lo más probable es que en algún punto de su vida va a desarrollar alguna aflicción mental producida por la confusión sobre lo que es socialmente aceptado y lo que él es realmente.