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Nuevamente, supongo que escribí demasiado apresurado porque estaba que me cagaba. Las personas con depresión o asperger (o autismo altamente funcional, como le llaman ahora) son distintas a las personas con esquizofrenia. Los cerebros de las personas esquizofrénicas están estructurados de manera distinta a los de una persona normal. La esquizofrenia no es lo mismo que la depresión porque la depresión, si es tratada, no es incapacitante, y no te quita tu voluntad de vivir si no se lo permites. La esquizofrenia no te permite discernir entre qué es real y qué es imaginario.
No voy a decir que los escritos de un rabino del siglo XIII tienen la cura para todas las enfermedades mentales ni nada parecido, pero por lo menos en mí caso (y no creo ser un humano demasiado especial), una filosofía que te permite ver como el amo de tus emociones y tu cuerpo es mucho más deseable a la ignorancia total de qué es lo que ocurre conmigo mismo. Tampoco voy a desacreditar a todo el mundo académico, pero haber estado cuatro años con psicólogos y psiquiatras no siento que me haya entregado nada ni me haya ayudado tanto como limpiar mi mente de los pensamientos que yo mismo considero negativos.