Si lo que dices es cierto, OP, entonces has llegado a un nivel de emancipación en el amor bastante elevado. Yo, por el contrario, predique lo que quiera, soy incapaz de superar la necesidad de alguna clase de control sobre mi eventual pareja, pues sigo percibiendo el disfrute propio como motivo de mis acciones. Hasta en las relaciones más básicas de la sociedad tiene relevancia, inconscientemente, la noción de propiedad como la capacidad hacer uso exclusivo y excluyente de alguien está siendo un medio para mi satisfacción (y no hay nada de machista en esto, pues creo que la misma lógica está implantada en el comportamiento de las mujeres en relación a los hombres, con otras modalidades). Esto evidentemente tiene gradaciones; ayer había un baisano que experimentaba de una manera no muy saludable este deseo de propiedad. Pero el verdadero amor es como lo describes tú OP, sólo que me parece de suma complejidad llegar a ese nivel de virtud.