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Incluso en nuestros días personas que no son judías o musulmanas se circuncidan el pene, más que nada porque hay una creencia muy fuerte, aunque infundada, de que es más higiénico. Por ejemplo, hasta el día de hoy, en la mayoría de los estados de USA, luego del parto se le pregunta a los padres si quieren circuncidar a su hijo. La realidad es que esta tradición sólo existía en ciertas culturas orientales como la judía y la musulmana y un par de tribus pequeñas en el sur de África, pero la tradición en el occidente tiene un origen mucho más curioso. Resulta que a mediados del Siglo XIX se esparció la creencia de que la circunsición ayudaba a disminuir la masturbación en los jóvenes (estamos hablando de una época en que la sociedad occidental era muy devota y conservadora, además de que aún existía la creencia de que la masturbación podría provocar sífilis). Uno de los doctores que más se empeñaron en esparcir este mito fue John Harvey Kellogg, el mismísimo creador del cereal Kellogg's ww (https://en.wikipedia.org/wiki/John_Harvey_Kellogg#Masturbation_prevention), y ni siquiera me hagan mencionar lo que Kellogg decía que había que hacer con el clítoris de las niñas recién nacidas ww. El prepucio nunca debería ser cortado, ayuda a prevenir infecciones, lubrica el pene, tiene un millón de terminales nerviosos y además cortarlo realmente hace el sexo menos placentero. El pene cubierto da la impresión de ser más, raro, o insano que el pene descubierto de actor porno simplemente por un tema cultural. Pero no hay ningún beneficio práctico en circuncidarte. Tal vez te ayude a prevenir enfermedades sexuales... en un 0,01%.