Hoy volví a odiarme profundamente por mi incapacidad para decir que no. En la U, se me acercó un alumno (creo) bien viejo que me pidió hacer una encuesta. No pude mentir sobre todas las cosas malas que me encontraba a mí mismo. Me empezó a hablar de Jesús y la biblia, de cómo le ayudaron a él cuando niño y que era del grupo cristiano de la facultad. Como, desde un punto de vista exclusivamente teórico, me interesa la filosofía y la teología, supongo que no negaba directamente las cosas que me decía sino que respondía con puros: "claro...puede ser". Me leyó unos pasajes de la biblia. Me empezó a hacer preguntas insistentes (con una sonrisa gigante) como: "dejarías que Jesús entrara en tu vida?" a lo que respondía cosas como: "ehh, bueno, quizá, eventualmente"..."y si el señor hoy día tocara tu puerta, dejarías que entrara?" y yo, "ehhh, bueno, si efectivamente es él...bueno sí, supongo". Entonces me dijo que oráramos juntos, cosa que no sabía como carajo hacer, y en medio del hall de la facultad. Ahi caché que yo cerraba los ojos y él decía cosas y yo las repetía. Al final de todo, cuando me había entregado el correo del grupo, diciéndome que se juntaban los viernes, pensé que eso era todo y que podía irme e ignorarlo por fin. Ya cuando me pidió un mail y teléfono empecé a desesperarme. Le di un mail real (porque NO puedo decir que no) pero que no reviso jamás...yaaa con el teléfono logré inventar que lo había cambiado hace poco y que no podía recordar el número.

La puta madre, me odio.