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VIPPER poniéndole weno como siempre
: 10/06/16(vie)21:09:28
El año pasado me tomé un semestre sabático para flojear en casa. No trabajaba ni estudiaba, y al poco tiempo comencé a sentirme inútil e incluso me costaba levantarme en las mañanas porque no tenía una razón para hacerlo. Incluso sentía cómo mis padres se avergonzaban de mí, aunque no me lo dijeran. Así, decidí cambiar mis modos y empecé a trabajar y estudiar por mi cuenta cosas que nunca había estudiado antes, entre ellas, filosofía. Eventualmente llegué al tópico de Dios. Fue más menos por esas fechas cuando, cada vez más a menudo, personas tocaban el timbre de mi casa en la mañana para conversar conmigo e intentar convencerme de lo que ellos llamaban "la verdad". Como estudiante de filosofía, esto me llamó mucho la atención. Por siglos fue la ocupación de los filósofos intentar entender qué era la verdad, cómo alcanzarla, o si existía realmente. Por ello siempre escuché muy atentamente sus cátedras o sermones, o como se llamen intentando desprender alguna conclusión válida. Pero nunca hubo ninguna. Con el tiempo me empecé a preparar para sus visitas, formulaba preguntas para hacerles y ver si ellos eran capaces de responderme, leía sus revistas, y más de alguna vez me tenté a asistir a una de sus misas. Un día en el que me sentía particularmente muy preparado tocaron mi puerta y salí a hablar con ellos. Era un caballero de edad y, quien presumo, era su esposa. Me regalaron una revista Atalaya y me explicaron de qué se trataban los artículos de esa edición. Luego empezó el interrogatorio, me preguntaron si era ateo y les dije que sí, y les expliqué por qué era ateo y no agnóstico o creyente. Usaron algunos argumentos que ya había escuchado antes, pero como vieron que no me estaban convenciendo, el caballero recurrió a algo que se grabó en mi mente hasta el día de hoy:
"Pero no pierdes nada con creer en Dios. Piénsalo así: si crees en Dios y al final existe, te vas al cielo, y si crees en Dios y al final no existe, no pierdes nada. En cambio, si no crees en Dios y al final sí existe, te vas al infierno, y si no crees en Dios y al final no existe, no pierdes nada."
En ese momento no supe qué responderle, y de verdad me dejó perplejo. Puedo decir que por poco me convence.
Tiempo después seguí estudiando más y hace poco llegué a conocer la obra del señor Blaise Pascal, un científico, filósofo y teólogo muy importante. Sólo entonces me enteré que el argumento que me dio el caballero ese día no era nada original, de hecho, ya había sido discutido minuciosamente en la comunidad científica antes y de hecho convenció a muchas personas en su momento. Este argumento se conoce como "La Apuesta de Pascal" y explica, haciendo una analogía con el azar y el juego, cómo creer en Dios es la decisión más acertada. Por otra parte, este argumento ha sido fuertemente criticado por su superficialidad, comparar a Dios con los juegos de azar de por sí ya es algo muy ofensivo, pero sugerir que te ganas la entrada al cielo y una vida eterna sólo si admites que crees en Dios lo hace parecer como un Dios tiránico y vacío, moralmente mucho más bajo que un ser humano (lo que para algunos es cierto, ¿no?). Por otra parte, que te vayas a ir al infierno y vayas a sufrir una eternidad sólo por no apostar tus fichas en Dios también es moralmente despreciable.
Ahora sé por qué ese argumento era una falacia, y si el caballero volviera a tocar mi puerta, sabría qué responderle. Es curioso con el tipo de personas que te topas dentro de la comunidad cristiana. Literalmente hay de todo allí adentro.