Volveré a ser un romántico algún día. Caminaré como Zaratustra bajo el sol gritando tu nombre sólo por el gusto de ser feliz, y la gente me mirará porque no ellos entienden de tales pretenciones. Nos volveremos a ver: mis dedos volverán a acariciar tu delicado misterio rojo y sólo sabrás reconocerme cuando ponga mi nombre en tus labios. Te sacaré a pasear por los lugares que alguna vez visitamos juntos y en los que ahora yo me encuentro solo a menudo. Oyendo las mismas cosas que en aquel entonces, el tiempo volverá a pasar lento para los dos.

Mientras tanto me contentaré con pasar a diario por afuera de donde trabajas, esperando sin perder la paciencia hasta que un día, hablando con otra persona, digas "¿te acuerdas de él?", y entonces yo, como si no lo hubiera estado planeando durante una eternidad o dos, te diré "si supieras".