Cuando era chico, ví por el Mega el concierto de Michael Jackson que pusieron para su llegada en Chile en los 90s.
En el metraje, que pensé que era él en su performance en Chile, luego de varios minutos con el escenario vacío pero el público expectante, Michael salta desde el suelo, literalmente desde la nada gracias a un pequeño pero eficiente juego de cámaras.

Michael está ahí, de pie, con su traje militar equipado con dos cinturones de balas de oro formando una X en su pecho, lentes Ray-Ban y totalmente inmóvil. Nunca he visto a nadie así de quieto. Era una estatua, por esos minutos que parecieron años y yo de 8 años mirando el televisor sentando en la alfombra me pareció entender el concepto de divinidad. Que significa trascender realmente lo humano.

Michael era mi héroe, mi ejemplo a seguir, un héroe legendario venido desde el multiverso del pop, pero iba más allá, superaba el género. Era simplemente Michael Jackson.