Creo que
>>47 tiene razón. Personalmente, para mí el tema no va tanto en la eterna pelea de autores que ha sido ganada varias veces tanto por los anarquistas como por los marxistas en otros tiempos, siempre a puertas cerradas en academias... Y de hecho me parece ingenuo pensar que el debate se va a acabar en un foro como este cuando los mismos argumentos han sido esbozados tantas veces antes. Por eso pienso que estas discusiones de si el marxismo o el anarquismo son viables o utópicos son bastante absurdas.
Voy a dar un ejemplo chilecentrista porque es cercano a mi experiencia, pero sin duda podemos hablar de miles de ejemplos parecidos a lo largo de toda la historia en todo el mundo.
Durante el siglo XX el país vivió varias recesiones económicas que golpearon fuertemente a los sectores más marginales de la sociedad. Entre los años 40 y 70, familias que vivían en las riberas de los ríos se organizaron para levantar tomas en varios puntos de Santiago, y así nacieron muchas poblaciones que perduran hasta el día de hoy (La Victoria, La Bandera, La Pincoya, La Legua). Juntos, organizando su microsociedad en torno al trabajo, al apoyo mutuo, a la autogestión (pues todo se hizo sin precisar del gobierno de turnos, haya sido este de izquierdas o derechas) y en relaciones de horizontalidad, comunidades conformadas por cientas de personas lograron asegurar el pan, el techo y el vestido a todos; y más aún, se organizaron también para ejercer resistencia contra el aparato represivo del gobierno cuando estos llegaron a desahuciarlos.
Durante los años 80, en pleno gobierno militar, probablemente se vivió lo que fue la mayor crisis económica en la historia del país. Frente a esta crisis varias comunidades desamparadas por el gobierno militar organizaron ollas comunes en las calles para asegurar a todos el alimento. De nuevo, el Estado indiferente no tuvo ninguna injerencia en esto.
Durante el terremoto del 2010 sucedió lo mismo. Comunidades se organizaban para saquear en conjunto centros de abastecimiento no para crear un mercado negro ni para lucrar con las necesidades de las personas, sino para asegurar a todos el pan, el techo y el vestido, viendo que todo a su alrededor eran ruinas y habiendo perdido la fe en el gobierno cuando este se dio cuenta de que la situación se le había escapado de las manos. En la noche, fogatas iluminaban tenuemente los barrios más pobres de Talcahuano, donde comunidades congregaban a levantarse la moral en conjunto. Las tareas del cuidado de la salud y la educación también fueron asumidas temporalmente por la comunidad en muchas partes.
Este fenómeno, la solidaridad y la organización en torno al apoyo mutuo ocurre siempre que una tragedia golpea a una comunidad y el gobierno, en su consabida mediocridad, es incapaz de ofrecer soluciones. Cuando la gente se da cuenta de que no necesita al gobierno y logra salir adelante en torno a la organización en comunidad: ese es el anarquismo.
El anarquismo no es Kropotkin escribiendo La conquista del pan, y luego personas leyéndolo alrededor del mundo y poniendo en práctica sus ideas un día cualquiera. Estoy seguro de que muy poca gente, si no es que nadie en La Victoria, La Bandera o La Legua había leído mucho a Kropotkin cuando tuvieron que levantar campamentos. Kropotkin escribió el libro observando la realidad. El anarquismo no es un autor europeo de antaño dictándole a la gente cómo hacer anarquismo. El anarquismo es lo que siempre ha ocurrido en la sociedad cuando hay que organizarse y prescindir del gobierno. Luego un par de hombres en el siglo XIX pusieron estas ideas por escrito.
"Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modo el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".