La vida está acelerada, vamos demasiado aprisa en todos los aspectos. En el campo de la tecnología damos pasos de gigantes, sea tecnología informática, telefonía móvil, o industrial, pero ese aceleramiento nos está haciendo perder humanidad. La gente (especialmente los jóvenes) cada vez son menos comunicativos, comparten menos, solo les empuja el afán de sobresalir, de destacar, se miran en los espejos de sus ídolos y no reparan para nada en su alrededor. No se me olvida de que entre ellos sí que hay una minoría solidaria, un grupo que vale la pena tener en cuenta, ellos son los que participan, los que se prestan a tareas desinteresadas o simplemente poseen el objetivo de mejorar el entorno, esos son los que hacen la tarea que a todos nos correspondería hacer. En fin, como decía antes todo se mueve demasiado aprisa, hasta parece que no nos queda tiempo ni para pensar ni para reflexionar.