PARTE 1:

Estaba ayer en la noche voyereando en Ashemaletube y me topé con el canal de un tipo que cada semana sube dos videos de compilados de trapos yéndose cortados, con especial énfasis en aquellos a los que por salirle la esperma con mayor presión, hacen que llegue muy lejos y con profusa cantidad, talento que supongo tendrán por una mezcla de cierto manejo prostático, uretral o qué sé yo de fisiología de transexuales...
La cosa es que el trapo de ese video aparecía en la foto del último video que se había subido en ese canal. La expresión facial a lo Sasha Grey me excitó de inmediato. Aún recuerdo cuando a mis diecinueve años, llegaban a las mismas manos con que posteriormente me pajearía viéndolos, dvds con videos de ella, Texas Presley, Ryan Conner, Gianna Michaels, Belladonna, Sophie Dee y un largo etcétera que se corresponde a cuántas noches dormí mal por acostarme tarde por no querer parar de ver porno.
La lógica era siempre la misma: una mina rica con un pico al lado, una mina rica con un pico al lado, una mina rica con un pico a lado, imprimiéndose en la mente que conecta con la pasión sexual la cada vez más abstracta por el anquilosamiento de la práctica sexual en el mundo real forma, forma en el sentido más abstracto del término, geométrico matemático y gestáltico, de que el porno consiste en una mina y un pene, independientemente qué esto sea. Llegando finalmente el día en que esa unidad del andrógino separado de haberse masturbado cuando muy niño con hentai futanari se vuelve a unir ya cuando por el desencanto de la vida dado por la vejez ningún poto ni habilidad sexual impresiona ni excita sino haciendo grandes esfuerzos para cumplir el deber de eyacular impuesto como el único bien personal cuando ni de la voluntad ni la vida ha sido posible manipular a alguien con suficiente éxito como para regocijarse en la monogamia o sus alternativas. La paja es así la adicción constante que el pulgar oponible y el largo de los brazos permite que se tenga desde muy niño como arrapiezo de orfanato que por no quedarse tranquilo le chantan diazepan e inmediatamente le marca el rumbo de la existencia.
Para qué irse por las ramas.
Si hay una diferencia entre la niñez y la vejez, es que aquella consiste en la ingenuidad y a medida que pasan los años uno finge creer para dárselas de sabio, que el mundo lo está engañando y una vez que esto llega al sexo no hay vuelta atrás porque cuando por haber sido un perdedor toda la vida las minas a uno no lo pescan, el dudar de ellas es el ponerse a la defensiva necesario para aguantar las relaciones social y de ahí en adelante no hay cómo creerles. Esta duda cartesiana con las mujeres debería duplicarse con las desconocidas, triplicarse con las periodistas, cuadruplicarse con las políticas, quintuplicarse con las actrices y sextuplicarse con las actrices porno, surgiendo de aquella duda del francés que seguramente se corría la paja al frente de la estufa pensando en la niñita a la que le mandaba cartas y era hija de no sé qué reina de no me acuerdo si un país escandinavo u holandés en donde se difundieron sus teorías al principio. Una pregunta nefasta y sórdida, perentoria y "penetoria": ¿puedo pajearme dudando de aquello que veo? Claro que sí, pero ¿Puedo calentarme dudando de lo que veo?

ufff

¡Qué dilema!

Dos tercios de las veces que he culiado no me he podido ir cortado por lo mismo. No creo en lo que está haciendo a quien tengo al frente. En todo ámbito, no solo fornicando y no solo con escorts. En una fiesta de halloween a la que fui con un disfraz de Pikachu a la casa de los suegros de mi hermano, disfraz que del principio de cuyo cierre se formaba justo un hoyo donde van los genitales, la hermana de un amigo de mi hermano, una gordita muy rica con la cara rosácea y ojos verdes de pelo negro, a mí me gustaba pero como comento, la inseguridad me ha dado una muerte lenta mediante el fracaso involuntario pero imperativo, me gustaba mucho, me dijo que «cada vez que yo le respondía algo, me demoraba un poco en responderle y quedaba pensando»,
¿qué significa esto? Otras mujeres también me comentaron alguna vez que yo les daba desconfianza, que demostraba esa incredulidad ante ellas cuando yo juraba que mis pensamientos no se delataban en gestos y que las causas eficientes del fracaso quedaban encerradas en mí y el compromiso social de sus efectos no eran vistos por nadie, pero no, sí se veían.

Así que, cuento corto, para citar una frase vulgar «ver para creer», lo único que terminó excitándome era lo angustiante del cogito cartesiano en el porno ─aún no habiéndolo aplicado yo en el mundo real y no creo que lo haga porque no me interesa: si hay una mujer transformada en hombre, no hay duda que es hombre y así, separando con claridad y distinción aquello que es del hombre y aquello que es de la mujer, puedo elegir la parte de la mujer (la femenina) y calentarme con eso; como no puedo asegurarme de la veracidad del orgasmo femenino porque la historia de occidente en términos espirituales consiste en que el mundo de lo fenoménico engaña si hablamos de cavidades, cavernas y cosas así en donde está implicado el cómo uno se mete o sale de ahí, como no se puede comprobar la verdad del placer y orgasmo femenino, la eyaculación de aquel que se muestra en el punto anterior, el transexual, ejercerá de prueba irrefutable del clímax sexual y habilitará la actividad de las neuronas espejo consistentes en verificar que: si eso se excita, entonces yo me excito (o viceversa). O bien, si uno de los componentes es un pico y el pico es quien se culea a una mina, ese pico podría ser yo y por lo tanto es posible que el voyerista tenga placer. Para el conservador esquizofrénico que tema fusionarse entre géneros, sexos, tetas, semen, erecciones y un montón de cositas ricas más, se le puede advertir que no se trata más que de un armatoste.