Este año se cumplen 150 años desde la publicación del primer tomo de El Capital, de Karl Marx, y aún con el paso del tiempo la obra sigue más vigente que nunca.
En su análisis, Marx identifica como "fetiches" a aquellos productos que tienen un valor de intercambio (o sea comercial) extremadamente elevado, pese a que su valor de producción y su valor de uso son mucho menores. En efecto, un fetiche es un bien al que las personas le atribuyen "poderes mágicos", casi. Por ejemplo, un par de zapatillas Nike de último modelo: su coste de producción es menor a 4 dólares y su calidad no dista mucho de otras zapatillas que cuestan mucho menos. Aún así, estas zapatillas en el mercado se venden por 80 dólares sólo porque las personas están dispuestas a pagar este precio, porque el hecho de que sean de marca Nike le otorga cierto estatuto social a la persona. Lo mismo con los celulares, autos, televisores, etc. En El Capital Karl Marx iba más allá y observaba que las personas adquirían productos fetichizados sólo para darse cuenta tiempo más tarde de que no les otorgaba tanto estátus como ellos esperaban, y por esta razón volvían a comprar más productos fetichizados para llenar esta necesidad de tener más estátus social.

Un ejemplo contemporáneo de un producto extremadamente fetichizado que se ve a diario: los iPhone. Aunque bajo ciertos puntos de vista, como el mío, todos los smarthphones son fetiches.