Todas las organizaciones que conozco son círculos sectarios de personas que piensan igual en todo, porque las opiniones disidentes son rápidamente acalladas y marginadas.

Y literalmente lo único que hacen estas organizaciones es banderas de distintos colores dependiendo del autor preferido del grupo. Dos o tres veces al año salen a la calle a flamear estas banderas para conmemorar algún hecho histórico significativo, y son golpeados por la policía mientras las personas observan el espectáculo sin entender mucho qué pasa, como quien observa a un grupo de evangélicos predicar a gritos en la calle.

El resto del tiempo, lo único que hacen las organizaciones es tirarse mierda entre ellos. "Los estalinistas", "los anarcos", "los troskos", "los autoritarios", "los progres"... El capitalismo avanza a un ritmo cada vez más incomprensible y el sentido de urgencia entre sus detractores es nulo. La tarea más urgente para los grupos de izquierda parece ser cavar trincheras cada vez más profundas y más distantes entre sí. Pueden pasar años en esto y nunca se detienen a cuestionarse el hecho de que la solidaridad de clase ha avanzado más entre la burguesía que entre la clase trabajadora.

La peor parte es que en diez o quince años más la mayoría va a estar en otra. "Muchos de luchar están cansados y no creen más en nada en lo bueno de este mundo". El sueño eventualmente se acaba y todo sigue dolorosamente igual, o peor. Y eso fue todo: repartir un par de panfletos entre los convencidos, un par de piedras arrojadas que no le arinaron al policía, y mucha, pero mucha discusión absolutamente prescindible.