Hace unos pocos días, la gata de mi madre tuvo crías, no me pareció un evento novedoso, por lo que de momento no le di mucha importancia.

Luego de unos momentos, llega mi madre y me comenta que esta gata escondió a los gatos en un lugar para que nadie lo viese, intuí que los había ocultado de modo que ni ella podía alcanzarlos y andaba por ahí como si nada. Una perfecta mala madre, -pensé para mis adentros- no mereces haberlos tenido. Después, en una mezcla de sentimientos en mi interior y ningún pensamiento en mi mente, tomé un balde y comencé a poner agua en el, no muy lleno, cosa de que no se rebalsara; ni muy poca, por la profundidad que necesitaba. Busqué a los pequeños gatos y uno por uno los arrojé al contenedor con agua.

Pude verlos durante varios minutos revolcarse, maullar, intentando salir del agua. Finalmente, la quietud dentro del balde marcaba un fin al vil acto que acababa de cometer.

Ahora, tengo la sensación de que algo cambió y espero no vuelva a dominarme ese yo que hace un tiempo no existía.