>>17>creer que necesitas aprender una determinada lengua para entender un texto y no que el autor sea lo suficientemente claro para que sus argumentos sean escuchados en la mayor parte de lenguas posibles, es una forma muy potente de imperialismo cultural La idea que los profanos de una disciplina por lo general adjudican a esas supuestas lagunas es tildarlos de oscurantistas.
Por otro lado, me llama la atención que exaltar la claridad parezca ser que han sido excepciones históricas. Nuestro imperativo de claridad actual tendría quizás tres reglas: querer suponer que se escribe pareciendo «lo más científico posible»; analizando rigurosamente casos particulares, como la lingüística o la filosofía analítica; la claridad del periodismo, para que lo pueda entender cualquiera. Yo no sé si alguien ha escrito de algo así, de la pugna por las claridades de la escritura, pese a que lo exalten en la teoría del conocimiento (por ejemplo, la epojé husserliana y de ahí atrás hasta Descartes, cuyo cogito más encima lo tomó de San Agustín, y consolidando la idea de que debe concebirse al universo en una estructura general, tal como lo pensó antes Raimundo Lulio; y mucho antes Aristóteles, en escritura ─aunque como se ha dicho, que obras de él como la Metafísica hayan sido en verdad apuntes para hacer clases, tipo manual de académico alemán del siglo XIX─, y Platón en cierto modo).
En particular, progresos en la lingüística después del '20 y la WWII, dan a creer que la manía de Heidegger por buscar un sentido en constantes «fonológicas» (siguiendo el término de Trubetskoy) ya era algo con lo que convencerse de dotar de cierto arraigo «existencial» (paralelo al desarrollo de la filosofía analítica y la matemática) o «pos teológico», a aquello de que se hablaba. De ahí que aquel llamado oscurantismo pueda considerarse en términos de cómo se quiere justificar una jerga en etimologías y dar localidad a aquello de que se habla. Ilustrativo fue el comentario que según Victor Farías le dijo Heidegger al proponerle una traducción de parte de su obra: «creo que las lenguas romances están listas para este pensamiento».
Quizás pueda demostrarse con un ejemplo que el estilo no se puede traducir. Supongamos que un chileno escribe «hizo perro muerto» y lo quieren traducir al inglés. Traducir correctamente no significaría ahí poner «he did dead dog» y una cita a pie que explique el chilenismo, sino que buscar la expresión equivalente. Busqué y encontré que puede ser «dine and dash» (
https://forum.wordreference.com/threads/hacer-perro-muerto.57248/). Esto fue de hecho parte de lo que se critica a Gaos por su traducción de Ser y Tiempo, o la de la Fenomenología del Espíritu de Wenceslao Roces, que por querer ser muy literales, o sea pretender ser «fiel» a la prosa y el estilo, no se entiende nada.