Se llamaba Pipe, me caía bien. Cuando fue el estallido social hablábamos harto de política, y le presté "La conquista del pan". Poco después se fue de la pega.
El Pepe. Todos los días robaba como $50.000 (CL) de la caja, porque la dueña era un adulto mayor y no hacía ni arqueo de las ventas diarias. Quizás cuánta plata ganó a punta de choreo.
Un capo.
Cuando lo sacaron de su puesto se echaba de menos sus tallas y su relajo en la administración. Este relajo no irónicamente era un insumo importante para el ambiente laboral. Salvo para las mujeres, porque era pincelazo.